El Crytosporidium es un protozoo intestinal intracelular que interviene como agente destacado en la etiología de cuadros diarreicos neonatales en ganado vacuno. Su patología se trata y controla eficazmente, aunque la pérdida de integridad intestinal que origina el parásito inflama las Placas de Peyer. Las recidivas son frecuentes, las consecuencias del padecimiento de la enfermedad son importantes; retraso de crecimiento y presentación secundaria concomitante de cuadros respiratorios por fallo inmune.
El ooquiste es la forma infectante, el contagio es oral, se produce principalmente al ingerir agua contaminada. También tienen su papel contagioso la vía ambiental fecal y de los alimentos, el contacto directo con heces y fómites y las aguas de duchas y aerosoles refrigerantes.
Los ooquistes tienen una sobrevivencia importante en el medio ambiente y son resistentes a la cloración y demás agentes oxidantes de potabilización del agua de consumo.
La Criptosporidiosis es un problema endémico en muchas ganaderías lecheras.
La balsa de almacenamiento de agua es el reservorio principal en algunas ocasiones. Según su localización, la contaminación de la balsa es continua y permanente, la originan principalmente los ooquistes del polvo ambiental, la descontaminación es utópica. En estos casos, la presentación de la enfermedad es inevitable incluso en aguas tratadas con agentes oxidantes.
Se ha informado la presentación de brotes epidémicos de Criptosporidiosis en diversos lugares de España en los que se ha podido comprobar la contaminación del suministro público de agua. En muchas legislaciones se está incorporando la obligatoriedad de su análisis en el control rutinario de las aguas de red. Las pruebas admitidas son dificultosas, exigen muestreos de volumen muy elevado (hasta 2000 L) y procedimientos analíticos complejos y costosos.
OvisLab ha puesto a punto una prueba molecular de detección de Criptosporidios en aguas de consumo ganadero. Esta técnica tiene sensibilidad suficiente para detectar los niveles de contaminación esperables en el agua de las balsas de granjas con presentación endémica de la enfermedad, aunque no está validada para aguas de redes públicas.
El volumen de muestra requerido por el laboratorio es de 50 L.
Los ooquistes son sensibles a la luz ultravioleta, la irradiación (desde lactación hasta entrada en recría) del agua contaminada con lámparas de este tipo suele ser una recomendación eficaz para esta problemática.
La presión de infección se reduce, la exposición ambiental persiste, pero es más asumible y el desarrollo de inmunidad adaptativa específica controla el patógeno. También mejoran la integridad intestinal, la inmunidad natural inespecífica y la sanidad general en cría y recría.